Bienvenidos al blog del Grupo Democrático Unido Abdalajís, sitio creado por el partido independiente de Valle de Abdalajís. Llevados por la ilusión y el deseo de trabajar para mejorar nuestro pueblo, estamos convencidos de que las nuevas tecnologías constituyen una herramienta básica para la comunicación entre los ciudadanos y los gestores públicos. Por ello, esperamos vuestras peticiones y sugerencias, que estaremos encantados de atender en la medida de nuestras posibilidades.
sábado, 24 de diciembre de 2011
miércoles, 21 de diciembre de 2011
martes, 20 de diciembre de 2011
UN PLENO CALENTITO
Un artículo de Paqui Castillo Martín
El pleno del pasado día 14 de diciembre, a pesar del frío reinante, fue calentito, calentito.
El señor Alcalde tuvo a bien elevar a pleno nuestro pliego de preguntas y ruegos, y a trancas y barrancas, porque los señores munícipes me interrumpieron todo el tiempo, pude, al fin, preguntar todas las preguntas y rogar todos los ruegos. Digo a trancas y barrancas porque cuando llegaba a la pregunta número siete, relativa al turismo en nuestro bienamado pueblo, alcalde y ex-alcalde se enzarzaron en una discusión que en un reality hubiera sido muy jugosa y hubiera subido como espuma de baño, sin duda alguna, las cuotas de audiencia. Mientras tanto, yo, con mi pliego pasado por registro y tenida a bien por su señoría su llevada a debate plenario, miraba boquiabierta y ojiespantada a los dos pesos pesados de la política vallestera deshacerse en halagos y mimos. Vamos, que se daban el aguabuche con piquitos y todo.
El ambiente, como digo, estaba caldeado. Más de una hora se consumió en echar culpas y reproches recíprocos que volaban sobre las cabezas de los presentes como pájaros de mal agüero. Y la deuda, la enorme deuda que corroe las entrañas de este ayuntamiento tan entrañable, era la causa belli . Los dos combatientes, con los rostros enrojecidos por el enojo y el emblema de la ofensa al adversario como escudo defensivo, parecían caballeros que cual Orlandos furiosos sin piedad se lanzaban al cuello del enemigo. A degüello. La deuda, la que ahoga nuestros corazones y no les deja respirar. La deuda que asciende ya a más de tres millones de euros. La deuda que emponzoña el alma y embota los cuerpos, impidiendo a las cabezas más sesudas pensar con claridad. Pobrecitos los políticos del pueblo, que corren el riesgo de no cobrar este mes, ni el que viene. Sí, hay una deuda tan grande que es posible que nos quedemos sin ayuntamiento, y eso sería el fin del mundo...
Como ya saben, el anterior de los párrafos se ha escrito desde la atalaya de la ironía. Porque les puedo decir que no es para tanto. Estoy sentada en el despacho de GDUA, en mis horas de atención a la ciudadanía -que no termina, sin embargo, de animarse a venir a contarme sus cuitas- y funcionan todos los servicios y suministros básicos: teléfono, luz, internet. En cuanto a nóminas, no sé, pues la mía es una nómina fantasma, porque pertenezco al sindicato de los Servidores de la Ciudadanía por Amor al Arte. Sí, no es para tanto, porque incluso en el peor de los casos, que sería el hundimiento, al estilo de la Casa Usher, de nuestro querido ayuntamiento, no ocurriría absolutamente nada. ¿Dónde se reunía el pueblo en los albores de la Historia para celebrar sus asambleas? En el ágora. Una plaza pública, abierta, con buena acústica y escaños en los pórticos. Nuestra polis vallestera no es mucho más pequeña que muchas de las ciudades-estado de la antigua Grecia y, a diferencia del período clásico, todos los habitantes somos ciudadanos a carta cabal.
Espero, sin embargo, que el edificio constituyente no se desmorone, porque sería el símbolo de la ruina de nuestra ya larga convivencia cívica a través de la institución de los munícipes. Pero si el cadáver político se descompone, quedará todavía el espíritu de un pueblo imaginativo, y a este espíritu es a lo que tendremos que apelar en los malos tiempos. ¿Que no hay dinero? Pues imaginemos, inventemos, creemos, construyamos, ideemos. Con mucho menos se fundaron reinos e imperios. Sólo es necesario un impulso, una ilusión colectiva.
Yo quiero colocar la primera piedra del nuevo edificio. ¿Quién me ayuda?
El pleno del pasado día 14 de diciembre, a pesar del frío reinante, fue calentito, calentito.
El señor Alcalde tuvo a bien elevar a pleno nuestro pliego de preguntas y ruegos, y a trancas y barrancas, porque los señores munícipes me interrumpieron todo el tiempo, pude, al fin, preguntar todas las preguntas y rogar todos los ruegos. Digo a trancas y barrancas porque cuando llegaba a la pregunta número siete, relativa al turismo en nuestro bienamado pueblo, alcalde y ex-alcalde se enzarzaron en una discusión que en un reality hubiera sido muy jugosa y hubiera subido como espuma de baño, sin duda alguna, las cuotas de audiencia. Mientras tanto, yo, con mi pliego pasado por registro y tenida a bien por su señoría su llevada a debate plenario, miraba boquiabierta y ojiespantada a los dos pesos pesados de la política vallestera deshacerse en halagos y mimos. Vamos, que se daban el aguabuche con piquitos y todo.
El ambiente, como digo, estaba caldeado. Más de una hora se consumió en echar culpas y reproches recíprocos que volaban sobre las cabezas de los presentes como pájaros de mal agüero. Y la deuda, la enorme deuda que corroe las entrañas de este ayuntamiento tan entrañable, era la causa belli . Los dos combatientes, con los rostros enrojecidos por el enojo y el emblema de la ofensa al adversario como escudo defensivo, parecían caballeros que cual Orlandos furiosos sin piedad se lanzaban al cuello del enemigo. A degüello. La deuda, la que ahoga nuestros corazones y no les deja respirar. La deuda que asciende ya a más de tres millones de euros. La deuda que emponzoña el alma y embota los cuerpos, impidiendo a las cabezas más sesudas pensar con claridad. Pobrecitos los políticos del pueblo, que corren el riesgo de no cobrar este mes, ni el que viene. Sí, hay una deuda tan grande que es posible que nos quedemos sin ayuntamiento, y eso sería el fin del mundo...
Como ya saben, el anterior de los párrafos se ha escrito desde la atalaya de la ironía. Porque les puedo decir que no es para tanto. Estoy sentada en el despacho de GDUA, en mis horas de atención a la ciudadanía -que no termina, sin embargo, de animarse a venir a contarme sus cuitas- y funcionan todos los servicios y suministros básicos: teléfono, luz, internet. En cuanto a nóminas, no sé, pues la mía es una nómina fantasma, porque pertenezco al sindicato de los Servidores de la Ciudadanía por Amor al Arte. Sí, no es para tanto, porque incluso en el peor de los casos, que sería el hundimiento, al estilo de la Casa Usher, de nuestro querido ayuntamiento, no ocurriría absolutamente nada. ¿Dónde se reunía el pueblo en los albores de la Historia para celebrar sus asambleas? En el ágora. Una plaza pública, abierta, con buena acústica y escaños en los pórticos. Nuestra polis vallestera no es mucho más pequeña que muchas de las ciudades-estado de la antigua Grecia y, a diferencia del período clásico, todos los habitantes somos ciudadanos a carta cabal.
Espero, sin embargo, que el edificio constituyente no se desmorone, porque sería el símbolo de la ruina de nuestra ya larga convivencia cívica a través de la institución de los munícipes. Pero si el cadáver político se descompone, quedará todavía el espíritu de un pueblo imaginativo, y a este espíritu es a lo que tendremos que apelar en los malos tiempos. ¿Que no hay dinero? Pues imaginemos, inventemos, creemos, construyamos, ideemos. Con mucho menos se fundaron reinos e imperios. Sólo es necesario un impulso, una ilusión colectiva.
Yo quiero colocar la primera piedra del nuevo edificio. ¿Quién me ayuda?
NADA NUEVO BAJO EL SOL (IRONÍAS DE UNA ENTROMETIDA EN LA POLÍTICA VALLESTERA)
Muchas cosas han pasado desde el 22 de mayo. Tanto ha cambiado el panorama, que parece ser el mismo de siempre, y que no hay nada nuevo bajo el sol. Lo primero que hice al asumir mi derrota en las elecciones municipales fue pedir una cita con el señor alcalde para ponerme a su disposición y ayudar a la recién elegida corporación en todo lo que fuese necesario. No pedí nada a cambio, ni sueldo, ni horario, ni despacho. Nada. Por el puro amor al arte de hacer política, que a mi entender significa contribuir a mejorar la situación de los ciudadanos, entre ellos yo misma. La respuesta fue un “gracias, pero nos bastamos muy bien solos”. Perfecto, pensé yo. No hay nada nuevo bajo el sol. Y, mientras iba colándose, despacioso y ladino, el verano por nuestros balcones, se me ocurrió hacer, en nombre de mi grupo, una petición: tener un horario, bien que parco, entendiendo que no nos toca gobernar, para atender a la ciudadanía. La respuesta fue un “no sabe, no contesta”. Meridiano, y de Greenwich, pensé yo. No. No hay nada nuevo bajo el sol. Luego, en medio del tórrido julio, la Plataforma Pro carretera me invitó, en calidad de portavoz de mi grupo, a una reunión en la Casa de la Cultura, a las 8 de la tarde, en pleno domingo, cuando hasta las ranas del arroyo están haciendo la siesta. Los congregados, que eran los mismos de siempre, querían saber en qué estado se encontraba el proyecto de ejecución de las obras. Estuvimos esperando más de una hora al señor alcalde, que resulta que no sabía que era el invitado de honor. Un problema de comunicación. Y luego vino el señor teniente alcalde, conciliador. Los ánimos se caldeaban bajo un sol de justicia bajo el que no sucedía, obvio es decirlo, nada nuevo.
Bajo el sol no ocurre nada nuevo. El calor veraniego de todos los años, la feria, las esperadas actuaciones de los artistas de turno, baile y fiesta, pan y circo. No hay futuro aquí para mí. En mi tierra, con mi gente, entre los míos. En el lugar donde descansan mis muertos. Donde persiste, indeleble, la memoria de mi padre en el corazón de quienes le quisieron. Me he comprometido cuatro años a estar aquí, pero mañana quién sabe dónde estaré, adónde me llevarán mis sueños personales, mis íntimas ambiciones. Pero nunca dejaré de pensar en mi pueblo, de preocuparme por mi pueblo, de amar a mi pueblo. Y, mientras me quede una gota de savia vallestera en las venas, aquí están mi voz y mi palabra, que son mi arma y mi escudo protector. No me quiero ir. Todavía no. Porque me queda muy poco tiempo de estar en el Valle, y porque me he acostumbrado a vivir entre los míos, a dar los buenos días a las personas mayores por las mañanas, a remontar la cuesta de la finca Santamaría con mi bici de montaña, a beber del agua del manantial artificial por la que tanto luchamos hace unos años. Sí, me queda poco. Ya mis huesos van notando, con los años, el dolor de la separación. Tengo la maleta en la puerta. Como siempre, desde que el mundo es mundo, los soñadores hemos de buscar un lugar bajo el sol en el que encajemos, donde sí se nos quiera porque somos comprendidos, donde no somos peces fuera de su pecera. Sí, soy soñadora, una alquimista del verbo, pero también una vallestera. Y me he puesto como meta, en cuatro años, cometer la locura de intentar cambiar la realidad, porque todavía soy una de las pocas afortunadas a las que la realidad no ha conseguido cambiar. Y lucharé. Con uñas y dientes. Contra los elementos, contra la lluvia, contra el vendaval. Y contra el sol. Cuatro años. Y, después, a volar, sintiendo que lo que dejo atrás es una tierra de la que puedo sentirme orgullosa. Que mi mensaje ha calado. Sólo así podré ser feliz del todo, dondequiera sea, quizás muy lejos. Bajo un sol de hielo, de fuego o de cenizas. Sintiendo, desde la distancia, que sus rayos han hecho brotar algo nuevo…
domingo, 18 de diciembre de 2011
CARTA A CAYETANO MARTINEZ DE IRUJO
Un artículo de Paqui Castillo Martín
En Andalucía somos tan trabajadores, constantes y hornados como en el resto de España.
Desde hace décadas venimos sosteniendo el crecimiento económico de nuestro país con las remesas de los que se vieron obligados a emigrar a otros lugares más prósperos.
Hacemos fructificar los campos, y nos sentamos a comer a la mesa con los alimentos ganados con el sudor de nuestra frente.
Parimos a nuestros hijos para que se conviertan en personas honestas, de las que nos sentimos tan orgullosos que no nos duelen prendas si por ellos tenemos que hacer dolorosos sacrificios.
Somos valientes, nobles, esforzados. Llevamos en la sangre el gen de la gallardía y no nos achantamos ante nada.
Hicimos las Américas, y hoy hacemos las Europas.
Algunos de nosotros somos abogados, periodistas, ecomistas, farmacéuticos, investigadores, escritores. Amamos la tierra que nos vio nacer y nos dio la oportunidad de progresar.
Y es gracias a nuestros hermanos de terruño, los que se quedaron para servir en los labrantíos, las huertas, los olivares, que usted puede llevar sin problemas su vida de señorito.
Así que, por favor, más respeto.
martes, 13 de diciembre de 2011
LA FABRICACIÓN DE MARIANO RAJOY
Un artículo de Paqui Castillo Martín
Sobre mi persona recaigan exclusivamente las responsabilidades
judiciales que derivarse puedan de la publicación de este artículo
No me he atrevido a poner las noticias. Miedo me da sólo apretar el mando. No quiero.
¿Será ésta la única manera de manterme ajena a la "ola del cambio"? Sí, así la llaman. Ola u oleada, que, para el caso, es lo mismo, si de tsunamis políticos se trata. Una ola de contagio...
¿Cambiar es volver a lo mismo de siempre? ¿Cambiar es reemplazar una ideología de centro-izquierda por otra de centro-derecha cada cuatro, ocho, doce años? ¿Eso es cambiar? Que vengan, y me lo digan.
No, no he querido ver la tele. Ni mirar en el Twitter, ni el Facebook, ni los debates virtuales de Blogger.
No. Y debo ser la única, a lo que parece. Porque en España no se habla de otra cosa. Cambio.
Sí, probablemente. Si entendemos por cambio que cambien algo las cosas para que nada cambie. Café para todos.
A mí me da miedo apretar el mando y escuchar a Rajoy. Temo por el futuro de España, en manos de un nuevo presidente con menos charme que el anterior. Un Aznar venido a menos, lo que ya es decir poco.
Es la era tecnológica, la era del predominio de la imagen, en la que los políticos se construyen en los gabinetes y se terminan de armar en los camerinos de maquillaje de las grandes cadenas multimedia. Decía Peter Burke que a Luis XIV, el rey Sol, se le fabricaba: peluca alta, capa de armiño y zapatos de tacón. Impresionante. Los súbditos le creían un dios que al contacto de su mano curaba la escrófula. Desde entonces hasta ahora, la creación de imagen ha crecido de modo imparable. Importan más las apariencias que las esencias, el continente que el contenido. O si no, al tiempo. Por si acaso, de advertencia sirva: un examen atento al discurso rajoiniano y sólo queda en dividendo una substancia muy pobre: atentos a la lectura entre líneas de su florida retórica. Porque, entre arrastre y arrastre de sílaba, en realidad está diciendo: el Estado soy yo y España...a tomar por saco.
Luego no digan que no les dije.
miércoles, 7 de diciembre de 2011
CONTRA LA IMPUNIDAD...GDUA
GDUA desea comunicar que ha sido admitida a trámite por la Oficina del Defensor del Pueblo Andaluz la petición formulada por nuestra vecina la sra. Dª Isabel Muñoz Díaz para que dicha Oficina investigue y recabe toda la información pertinente a la queja producida por la construcción de una rampa ilegal situada en C/ Viento.
En estos trámites estamos apoyando y asesorando a la familia afectada, por lo que sentimos que éste primer pasito es también una victoria nuestra, y de la democracia, que no deja que las actuaciones improcedentes, o claramente ilegales, del consistorio, queden impunes.
Animamos a tod@s los vecin@s a que nos planteen sus quejas, pues tened por seguro que no nos vamos a quedar de brazos cruzados.
![]() |
Se han ocultado los datos personales de la vecina afectada para proteger su intimidad. |
Suscribirse a:
Entradas (Atom)