domingo, 22 de enero de 2012

VERGÜENZA

Sobre mi persona recaigan exclusivamente las responsabilidades que derivarse puedan de la publicación de este artículo

Por Paqui Castillo Martín

Siento vergüenza. Siento dolor. Estoy abochornada. En momentos como éste, me indigna ser humana.
Porque los animales matan cuando tienen hambre, para satisfacer su apetito de bestias inclusas irremediablemente en el ciclo vital de la depredación.
Porque sólo el hombre mata por placer.
Porque la Justicia es ciega, pero a veces también sorda.
Pues no ha escuchado a los padres de Marta, ni a su tío, ni a su abuelo.
Ni al pueblo español.
Un pueblo que clama a voz en grito por una condena proporcional a la magnitud del crimen cometido.
Y que ve cómo su reclamo es ignorado.
Si no hay cuerpo, no hay delito. Con esa consigna, en este cauto estado de Derecho, legalista, formalista y garantista, todos somos iguales ante sus normas. 
Víctimas y verdugos.
Veinte años para Miguel, el asesino de Marta, de los que apenas cumplirá, con las sucesivas reducciones y revisiones, siete u ocho años. A lo sumo.
Y estará en la calle antes de que las arrugas consuman su rostro, y de que las canas blanqueen sus sienes.
Y podrá hacer su vida.
Celebrar sus cumpleaños.
Casarse.
Ver crecer a sus vástagos.
(Comprenderá, quizás, al fin, el dolor de esos padres
si algún día algo o alguien causara el más mínimo sufrimiento a sus hijos).
Llegar a viejo.
Morir en su cama, rodeado de sus seres queridos.
Mientras, una familia pena y llora, la familia de Marta.
Mientras, no se cierran las heridas de los corazones que esta muerte ha dejado rotos.
Mientras, no hay para ellos una noche de descanso.
Mientras, el cuerpo de un precioso ángel se halla oculto y silencioso, esperando ser encontrado.
Mientras, el Cuco y el Samuel se hacen famosos y se pasean como grandes estrellas de cine, después de haber engañado arteramente a todo un país.
Mientras, el hermano y la cuñada de Carcaño quedan absueltos.
Mientras, España se desgañita estupefacta.
Mientras, el mundo entero se pregunta, ¿por qué?
Pero la Justicia, ciega y sorda, ni ve, ni entiende, ni escucha...

1 comentario:

  1. correcto y muy humanitario y pongamos todos nuestro granito de arena para que la justicia cambie y que ha estos bandalos les caiga encima todo el peso de la ley

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